Hace muchos años, en los tiempos de la fundación de Chiautla de Tapia, el agua fluía libre y generosa por los campos y los hogares. Los arroyos cantaban su melodía cristalina y los manantiales brotaban con fuerza de la tierra fértil. En el corazón de esta próspera tierra se alzaba majestuoso el Templo de San Agustín, custodiando no solo la fe de los habitantes, sino también un secreto guardado por las corrientes subterráneas.
La leyenda hablaba de un río oculto que corría bajo los cimientos del templo, un río cuya agua era pura y abundante, un regalo de los dioses para aquellos que supieran escuchar su llamado. Los antepasados transmitieron la historia de generación en generación, contando cómo, al poner el oído en el suelo sagrado del templo, se podía percibir el susurro del cauce subterráneo, como un eco lejano que resonaba en el alma.
Sin embargo, con el paso de los años, el flujo de agua en Chiautla de Tapia, comenzó a menguar. Los arroyos se secaron, los pozos bajaron su nivel y la sequía se apoderó de la tierra antes próspera. Muchos comenzaron a dudar de la existencia del río subterráneo, considerándolo simplemente una fantasía nacida de tiempos más fértiles.
Pero la esperanza nunca se extinguió por completo en el corazón de los habitantes de Chiautla de Tapia. Y un día, cuando la necesidad apremiaba. Los lugareños decidieron cavar un pozo en busca de agua, una tarea ardua y llena de incertidumbre.
Y entonces, el agua brotó en abundancia, fresca y cristalina, llenando el pozo hasta el borde.
El descubrimiento del agua en el pozo reavivó la antigua creencia en el río subterráneo de San Agustín. Aunque no podían verlo, sabían que existía, alimentando la esperanza de que algún día volvería a fluir libremente a través de los campos y los hogares, como lo hizo en los tiempos de antaño.
Y así, la leyenda del río subterráneo de la Parroquia de San Agustín en Chiautla de Tapia cobró vida una vez más, recordándoles a todos que incluso en los tiempos más oscuros, hay secretos ocultos bajo la tierra que aguardan pacientemente su momento para ser revelados.